Aquellos aspectos de las cosas que son más importantes para nosotros permanecen ocultos debido a su
simplicidad y familiaridad. (No somos capaces de percibir lo que tenemos continuamente ante los ojos.) Los
verdaderos fundamentos de la investigación no se hacen evidentes, ni mucho menos.
WITTGENSTEIN
Del mismo modo que tenemos gusto, olfato, oído, vista y tacto, existen otra serie de sentidos, que no forman parte de los primeros (o sentidos especiales), denominados sentidos encarnados o somáticos. Los sentidos somáticos dependen de millones de órganos, no puedes anularlos eliminando un sólo órgano como en el caso de los ojos y la vista. Sin los sentidos especiales se puede vivir, pero sin los somáticos no. Para explicar de un modo más visual este escenario os presento una de las historias que describe muy bien el neurólogo y divulgador científico Oliver Sacks en uno de sus libros.
Una joven, inteligente y deportista, después de un sueño extraño, previo a una simple intervención de vesícula, se despierta una mañana “incapaz de mantenerse en pie, sus movimientos eran torpes e involuntarios, se le caían las cosas de las manos”. Después de la intervención, los síntomas se agravaron “no podía mantenerse en pie… salvo que mirase hacia abajo, hacia los pies. No podía sostener nada en las manos, y éstas “vagaban” … salvo que mantuviese la vista fija en ellas. Cuando intentaba coger algo, o intentaba llevarse los alimentos a la boca, las manos se equivocaban, se quedaban cortas o se desviaban descabelladamente, cómo si hubiese desaparecido cierta coordinación o control esencial. […] hasta la postura vocal había desaparecido. […] Me siento rara… desencarnada.” El diagnóstico médico fue una pérdida total de la propiocepción por una polineuritis aguda nunca descrita hasta entonces. En un caso similar, pero restringido a los miembros inferiores por neurosífilis, se le solicitaba al paciente que moviera las piernas, a lo que este añadió, “por supuesto, doctor, en cuanto las encuentre”.
“Cuando intentaba coger algo, o intentaba llevarse los alimentos a la boca, las manos se equivocaban, se quedaban cortas o se desviaban descabelladamente, cómo si hubiese desaparecido cierta coordinación o control esencial”.
La propiocepción es como los ojos del cuerpo, es la forma que tiene el cuerpo de verse a si mismo. Y si desaparece, es como si el cuerpo estuviese “ciego”. Cuando la chica del primer caso comenzó a moverse, después de los primeros días, lo hacía controlando con la visión detenidamente cada parte del cuerpo cuando la movía, “desplegando un cuidado y una vigilancia casi dolorosa”. “Sus movimientos controlados y regulados conscientemente eran en principio torpes, artificiales en sumo grado”. Pero, además, y lo que es más curioso, perdió la capacidad de hablar con fluidez y claridad, esto se debe a que la modulación del habla es normalmente propioceptiva, se haya gobernada por impulsos que llegan de todos nuestros órganos vocales. Así un sordo puede llegar a hablar prácticamente perfecto pero esta chica era incapaz de pronunciar y articular correctamente y tenía que recurrir a una retroalimentación auditiva consciente como sustituto. La voz que producía era artificiosa, teatral, no por motivación, sino por falta de postura vocal natural. Lo mismo pasaba con la cara, que tendía a mantenerse lisa e inexpresiva (aunque sus emociones fuesen de una intensidad plena y normal) debido a la falta total de postura y tono facial propioceptivo.
Con la práctica diaria, los meses y los años, fue mejorando. Pero sus mejoras fueron, como mucho, parciales. No había modulación en sus acciones o cogía muy fuerte la cuchara o muy flojo y se le caía, si hablaba mientras comía dejaba de hacer lo último. Su marcha seguía siendo torpe, no acertaba a realizar movimientos simples con su mano como encajar la llave en la cerradura. Y por desgracia, como hemos dicho, la propiocepción es un sentido oculto y estos comportamientos provocan incomprensión e incluso irritabilidad en las personas de su alrededor. Esto ocurre también en los pacientes con insuficiencia vestibular o que se les ha practicado una laberintectomía.
De otra parte, psicólogos y psiquiatras apuntan a que cuando ocurren trastornos profundos de la percepción del cuerpo o imagen del cuerpo se produce una despersonalización o desvinculación. Las personas experimentan una sensación de pérdida de identidad del “yo”, de la capacidad de identificar sus sentimientos y emociones. De forma que la pérdida o déficit de propiocepción también se vincula con problemas afectivos y emocionales.
La chica de la historia cuenta como experimentaba momentos de felicidad cuándo sentía el aire en los brazos y la cara (sensación superficial, sentido del tacto). “Es maravilloso. Siento el aire en los brazos y cara. No es lo que debería ser, pero es algo”. Cuántas de las familias que atiendo me dicen que a sus hijos les encantan los días ventosos en los que les da el aire en la cara y no paran de reírse.
Muchos niños adoptados que han sido bien alimentados, aseados o controlados sus síntomas de enfermedad presentan graves problemas de desarrollo. Los cuidadores han cumplido con las funciones básicas de cuidado, pero seguramente no les han movido, tocado, jugado, interactuado lo suficiente. La piel es una extensión del sistema nervioso, por lo que tocar la piel es tocar al cerebro. El desarrollo afectivo, mental, físico del bebé depende de la cantidad y la calidad de ese tacto al inicio de la vida. El tacto, el movimiento y el vínculo emocional son los tres pilares para un desarrollo biológico seguro y estable.
La pérdida o déficit de propiocepción también se vincula con problemas afectivos y emocionales.
Seguramente, mientras leías las líneas de esta historia te venía a la mente un niño o un adulto que siempre ha sido tildado de torpe o patoso o que parecía que ocupaba un cuerpo que no era el suyo. Desorganizado en sus movimientos, con falta de fluidez, con falta de naturalidad en sus posturas o patrones de movimiento. La propiocepción es la capacidad de la persona de percibir su propio cuerpo y este sentido es fundamental para las funciones ligadas al control y ajuste del tono muscular, postura y movimiento. Nos permite percibir tanto la posición de nuestras partes corporales, unas respecto a otras, como de nuestro cuerpo respecto al espacio. De modo que cuando hay una disfunción en la programación de este sentido podemos encontrarnos con niños “torpes” con alteraciones del equilibrio, que se les cae todo de las manos, que se chocan con las cosas, incapaces de atrapar una pelota, con grandes dificultades para abrocharse los botones o coger el lápiz con movimientos poco precisos, descoordinados o costosos. En realidad, no son niños torpes sino inmaduros en el sentido propioceptivo. Movemos el cuerpo con la misma precisión con la que lo sentimos.
Cuanto más compleja sea la tarea, cuántas más variables se añadan, peor será la ejecución. Así la chica de la historia puede comer si presta gran atención a los movimientos de su brazo, pero es incapaz si quiere hablar al mismo tiempo. Ahora pensad en todas las ocasiones en que vuestros hijos están expuestos a tareas múltiples, comer y contarte qué tal les ha ido el día, estar sentados a la vez que escriben, recoger los juguetes y escuchar lo que les dices, escribir a la vez que escuchan a la profesora, memorizar una imagen a la vez que atienden una exposición o se mantienen sentados, estarse quietos mientras les hablan, correr a su vez mirar a los compañeros para para establecer una trayectoria de dónde va a ir el balón y en que posición exacta se tienen que colocar, etc.
Movemos el cuerpo con la misma precisión con la que lo sentimos.
Evidentemente el caso de la historia es una abolición total del sexto sentido con terribles consecuencias, pero un niño que haya construido mal su sentido de la propiocepción también se verá afectado y mostrará síntomas en mayor o menor medida siendo objeto de incomprensión y malinterpretaciones, etiquetándolo en numerosas ocasiones de “vagos”, “torpes”, “impacientes”, con comportamientos disruptivos (fruto de la frustración del niño) o incluso de prestar poco interés y motivación. Estas etiquetas que lanzamos a los niños no hacen más que reafirmar su propia sensación de inseguridad y falta de identidad fomentando una baja autoestima que está ligada a problemas de interacción social, bienestar emocional y comportamiento.
Estamos hechos de mapas
En tu cerebro tienes muchos y muy variados mapas. Tienes múltiples mapas de tu cuerpo y múltiples mapas del exterior de ti. Si cerraras los ojos ¿sabrías en que posición está cada parte de tu cuerpo?, ¿dónde en el espacio?, ¿sabrías reconocer dónde alguien te ha tocado en el cuerpo?, ¿podrías llevar la mano derecha a tu oreja izquierda en un solo movimiento?, ¿podrías indicar a otra persona el camino más rápido para llegar a tu casa.? Todo esto es posible únicamente si has construido mapas dentro de tu cerebro y no todos los niños son capaces de hacerlo.
Existe una zona del cerebro que representa una cartografía de cada milímetro de tu piel llamada área somatosensorial, es la representación cortical de tu cuerpo. Junto a este mapa hay otro igual para el control de nuestros nuestros movimientos. Es la llamada área motora primaria. Está junto al área sensorial primaria para que la comunicación entre ambas sea rápida. De forma que cuánto mejor sientas tu cuerpo, mejor lo moverás.
Al nacer, el bebé, no tiene una representación cortical clara de su cuerpo. Las proyecciones iniciales al córtex somatosensorial son difusas con muchos solapamientos entre diferentes regiones del cuerpo y con bordes indefinidos. Los límites de su cuerpo no están bien delimitados porque el área sensorial primaria y la corteza sensorial están por desarrollarse, como muchas otras áreas del cerebro.
Afortunadamente, aunque ciertos niños y niñas no hayan recibido suficiente contacto físico, o el contacto con sus progenitores no haya sido bien recibido por algún problema de salud, siempre hay tiempo para tocar y ayudar a crear una representación clara de su cuerpo, un mapa.
Pero, ¿cómo llega un niño a hacerse un “mapa” exacto de su cuerpo?
El bebé puede construirse un mapa bien delimitado siendo tocado y movido por los adultos que lo cuidan. La propiocepción se programa gracias al movimiento y al tacto, pero no uno superficial, sino profundo. El bebé descubre sus manos, sus pies y el resto del cuerpo poco a poco. Cuánto más es tocado mejor sentirá y moverá su cuerpo. De esta forma se convertirá en un niño bien coordinado, con movimientos finos y precisos que le ayudarán no solo en el deporte sino también en el aprendizaje.
¿Qué ayuda a tu bebé?
Qué explore con la boca. Durante los primeros meses el bebé conoce el mundo por la boca. Antes de que las manos se muevan bien y le den detalles de las cosas, la boca ya funciona muy bien para relacionarse con el mundo. Es normal que se meta las manos a la boca con unos 3 o 4 meses, los pies con unos 6 y todo lo que llega a la mano durante más tiempo.
Toca su espalda cuando está boca abajo con firmeza, como si hicieras un masaje. Tiene muchos beneficios sobre la fuerza de su espalda y la movilidad de sus caderas.
Da masajes a tu bebé, tiene efectos extraordinarios sobre el desarrollo físico y mental del bebé, más tarde para el niño/niña y por supuesto para el vínculo con los padres. La mano y la boca tienen una representación especialmente importante. Por eso es importante que prestes especial atención en tocar estas zonas para que sea un niño con manos habilidosas, que coma bien y pronuncie bien. Toca a menudo las manitas de tu bebé, parándote en cada dedito. Lo mismo con los pies. Acaricia alrededor de la boca, las mejillas y la cara. Haz todo esto con frecuencia. Seguro que ya lo haces, estamos programados para ello, pero ahora que sabes la importancia que tiene hazlo de una manera más consciente. Además, tocar alrededor de la boca estimula los reflejos que garantizan una buena nutrición, les permite ganar peso y mejorar su crecimiento.
Tocar para calmar. Acompaña al bebé en sus molestias, dolores o golpes con el contacto piel con piel, con un abrazo asegurante o una caricia. Explícale con tranquilidad, aunque no lo entienda, que comprendes como se siente y que estás a su lado.
Piel con piel. Pasa al menos una hora al día sin ropa en contacto con tu bebé. Cuánto más tiempo pase el bebé piel con piel mejor será su desarrollo. Se han demostrado efectos beneficiosos sobre la mejora en la lactancia, nutrición, inmunidad, tono postural, mejor sueño nocturno y desarrollo motor.